«La Excelencia Universitaria y el Pueblo Mapuche», columna de opinión del Senador Rodrigo Infante

En algunos espacios universitarios existe una recurrente discusión sobre cuál es el sello que debiera tener una universidad pública como la U. de Chile: una sostiene que la Universidad debiera mirar y ojalá dar respuestas concretas a los conflictos que la sociedad chilena enfrenta hoy; y la otra sostiene que la Universidad es una institución cuyo fin es la excelencia académica y que ella se alcanza sólo a través de la generación de conocimiento, el cual es comunicado mediante artículos publicados en revistas indexadas internacionalmente. Pero, ¿están estos dos modelos de universidad en las antípodas realmente? No creo, y quizás entender cómo se vincularían estas dos visiones de lo que debiera ser, sea la clave para alcanzar una universidad de excelencia y comprometida con su entorno y su tiempo.

Las disciplinas científicas y particularmente aquellas conocidas como de ciencia básica están más cercanas a un modelo de universidad en que es consustancial la comunicación del conocimiento a través de revistas científicas indexadas. Sin embargo, se constata que a medida que la disciplina aborda temáticas cada vez más aplicadas, esta forma de trasmisión del conocimiento es también más extraña.

Algunas preguntas: Quienes hacen uso de las revistas indexadas para trasmitir el conocimiento generado por ellos, ¿viven inconscientes de las necesidades del país? Quiénes no utilizan estos mismos medios ¿acaso conocimiento irrelevante y vano? No es posible dar una sola respuesta a estas preguntas porque dependerá de cada caso en particular.

Otra pregunta: ¿Es posible enfrentar un problema que tensiona la sociedad actual desde la Universidad con una mirada académica, vale decir, fundada en la observación, la reflexión, la experimentación, el análisis y finalmente entregar conclusiones y propuestas concretas? Definitivamente sí, esa es nuestra tarea académica. Pero después, ¿estaremos dispuestos a que nuestro trabajo sea evaluado por terceros que lo analizarán y calificarán? Me parece, nuevamente, que quienes desarrollan las ciencias más aplicadas y las humanidades no lo están tanto, como sí lo están quienes desarrollan la ciencia básica.

Entonces, ¿están tan alejadas estas dos posiciones en disputa? Al parecer no tanto, ya que sólo discutimos la forma cómo este conocimiento es trasmitido. Entonces, ¿será fácil converger en un común modelo de universidad? Parece que no tanto, ya que a pesar de que sólo discutamos las formas de trasmitir el conocimiento, la cultura que ha impuesto esta forma es difícil de cambiar.

Para ser coherentes con el título de este texto, abordemos la situación del pueblo Mapuche, comparándolo con la situación del pueblo Maorí en Nueva Zelanda y su relación con la generación del conocimiento. Las relaciones entre el pueblo Maorí y las instituciones y el conjunto de la sociedad neozelandesa son frecuentemente miradas como ejemplo para países como Chile. Por otro lado, también las universidades neozelandesas son un ejemplo en cuanto a alcanzar posiciones relativas muy altas en los rankings de excelencia universitaria, aun cuando es un país de menos de 5 millones de habitantes y con una superficie que es, algo más, que un tercio la de Chile. Así, se observa que la Universidad de Auckland figura en la posición 256 del ranking Scimago 2012, mientras que la Universidad de Chile en el 421 del mismo ranking.

Las dimensiones del problema Mapuche son múltiples. Obviamente para dar soluciones serías y efectivas a cualquiera de sus dimensiones se requiere de conocimiento cabal de la materia tratada y si este conocimiento ha sido sometido a métodos científicos adecuados y además el conocimiento ha sido validado por los expertos mundiales en la materia, su valor será mucho mayor. En esta línea, se realizó una rápida operación, utilizando la base de datos del sitio ISI Web of Knowledge, considerando los catálogos SCI-EXPANDED, SSCI, A&HCI. En esta base de datos contamos el número de artículos científicos publicados en revistas indexadas que mencionan la palabra “Mapuche” y en que además algunos de sus autores estén adscritos a una institución chilena. Así, se observa que existen 176 artículos publicados desde 1998 a la fecha. De éstos, el 15,9% se clasifican en medicina interna, el 14,8% en literatura, el 14,2% en lingüística y el 9,1% en antropología. Si hacemos el mismo ejercicio con la palabra “Maorí” y con alguno de sus autores adscrito a una institución neozelandesa, se cuenta una cifra de 1.614 artículos en igual periodo. De éstos, el 12,6% se clasifican en salud pública, el 12,1% en medicina general, el 5,2% en psiquiatría, el 5,1% en antropología y el 4,1% en pediatría. Esto quiere decir que la producción científica chilena en el tema Mapuche equivale sólo al 10,1% de la producción científica que aborda el tema Maorí en Nueva Zelanda.

¿Entonces, cómo vincular estas dos visiones para alcanzar una universidad de excelencia y comprometida con su entorno y su tiempo? Se requiere antes que nada definir cuáles son esos grandes temas que como sociedad no hemos abordado y en los cuales como universidad estamos comprometidos y en deuda. Para realizar esta definición se requiere de profundo debate y consenso. El tema Mapuche, seguramente sería uno de los temas que debería ocuparnos. Después de que el tema está definido se requiere una integración disciplinaria y un diálogo abierto entre áreas del conocimiento que, en el mundo rara vez conversan, y que en nuestra universidad casi nunca se produce.

Desde el punto de vista de la universidad, estas interacciones tienen además el mérito de que permitirían que las rígidas culturas locales se contaminen con culturas totalmente distintas, y eso ya tiene un valor en sí mismo. De la misma manera que se generan estos nuevos espacios de conocimiento “de borde”, se multiplican las opciones de revistas indexadas disponibles para que éstos sean trasmitidos.

Busquemos estos puentes entre diferentes disciplinas y generemos conocimiento nuevo. Una vez que lo hemos alcanzado, transmitámoslo a través de los medios que son valorados en el mundo universitario. Esta integración es posible y sólo nos falta iniciar el diálogo. Más allá de los esfuerzos individuales en pro de este diálogo, busquemos también que mediante una nueva estructura de la Universidad de Chile, la integración se haga carne. Para ello, ya definimos en nuestro Proyecto de Desarrollo Institucional que estableceremos una nueva estructura organizacional por áreas para la Universidad de Chile y esta nueva estructura debería tener como Norte el compromiso y la excelencia.

 

Si desea comentar esta columna, hágalo en www.debateuniversitario.uchile.cl
Si desea participar en esta sección, envíenos sus columnas a  senado@u.uchile.cl

 

Un pensamiento en “«La Excelencia Universitaria y el Pueblo Mapuche», columna de opinión del Senador Rodrigo Infante

  1. Me parece muy interesante la columna del profesor Infante, sobre todo en lo referido a la necesidad de diálogo y conocimiento entre disciplinas y a las formas en que se plasma el conocimiento. Sin duda su búsqueda de artículos sobre mapuches escritos desde Chile arrojan un porcentaje bajo, porque desde la antropología, la historia, la arqueología y otras ciencias sociales y humanas que tocan esa materia -tan sensible- se escriben libros. No es posible, si se quiere ser exhaustivo(a), expresar en 10 páginas el trabajo de un año de observación etnográfica, por ejemplo, o las diversas aristas del desarrollo del conflicto en la Araucanía, o las razones de la búsqueda de autonomía por parte del Parlamento Rapanui. Todas esas tramas requieren de una cierta escritura, de la cita de documentos, de registros orales que un clásico paper ISI simplemente no hace posible dados sus límites. En nuestras disciplinas no han sido precisamente los artículos los que han revolucionado el pensamiento, ¿se imagina el profesor Infante que la Antropología Estructural de Lévi-Strauss pueda haber sido siquiera enunciada en un paper? ¿O que el propio Marx -por citar a un clásico que conmovió los cimientos sociales- hubiera explicado las nociones de capital en un par de páginas? Precisamente, para valorar en su justa medida las contribuciones disciplinarias al tema mapuche, y al indígena en general el profesor Infante debería más bien haber intentado contabilizar los libros de un conjunto de profesores de la Universidad de Chile y otras que han publicado sobre el tema, sin ir más lejos los profesores André Menard, Rolf Foerster, Leonardo León, Claudia Zapata, por citar solo a los de nuestra casa de estudios. Sin embargo, más allá de «contabilizar», creo que para superar la obsesión por la métrica, que últimamente no está consumiendo, tendríamos que ocuparnos más de los contenidos de las producciones y del conocimiento, a qué apuntan, desde qué lugar se enuncian y en qué ayudan a que los conflictos de la sociedad chilena con los pueblos originarios puedan mitigarse, reflexionarse, debatirse de manera descolonizada. La columna del profesor Infante pone de manifiesto la necesidad de pensar seriamente nuestra capacidad de agencia sobre el conocimiento en sus más diversas y amplias formas de expresión, si no lo hacemos caeremos en una discusión donde los números habrán vaciado los contenidos y los sentidos éticos de la construcción de los saberes disciplinarios, y la democratización del conocimiento será solo un discurso políticamente correcto sin referentes en la realidad social.