«Nuestros Campos Clínicos», por la Senadora Universitaria Izkia Siches

Senadora Universitaria Izkia Siches, período 2010-2012

Las Carreras del Área de la Salud necesitan “campos clínicos”,  es decir,  centros públicos o privados que permitan que nuestros estudiantes hagan sus prácticas de pregrado y postgrado. La Fac. de Medicina tiene al JJ. Aguirre y múltiples convenios con consultorios, gimnasios e institutos; pero son los hospitales de alta complejidad públicos, como El Salvador o el Calvo Mackenna, los que son continuamente “coqueteados” por otras universidades.  Al aumentar la demanda sobre  estos “campos”,  se decide crear una Normativa de Asignación en que se hace una suerte de “licitación”, privilegiando aquellos centros que traigan mayores beneficios al hospital, es decir: equipos, formación, vehículos, horas profesionales, cirugías, listas de espera, etc.

Es así como la batalla se torna dura para la Universidad de Chile, que  debe desembolsar grandes sumas de dinero para poder permanecer en esos mismos hospitales que se forjaron al alero de nuestra academia. “La contienda es desigual: competir con instituciones privadas, que no deben someterse a los rigores de la Contraloría, es como correr una maratón con un pie atado.

¿Por qué desde el MINSAL se elabora esta normativa? ¿Por qué no se protege a las Ues del Estado?  Estas son las preguntas que nos hacemos desde que se comenzaron a elaborar las reglas del juego,  pero que hoy ya están instaladas. Frente a esto,  o creamos nuevas estrategias… o nos sentamos a mirar cómo se pierde nuestro impacto en la Salud Pública Chilena.

Pero también tenemos al Jota… este Elefante que ha soportado grandes tormentas y  se mantiene en pie, pero ya cansado. Ha logrado disminuir la deuda, pero no tiene capacidad de seguir creciendo o renovando sus equipos, de modo que  sólo logra sobrevivir. Se sabe que los Hospitales Universitarios por definición no suelen ser un buen negocio y, —sobre todo el nuestro— que sufren la síntesis entre las trabas de lo público y las  ambiciones de un privado.  Este trastorno esquizomorfo es quizás una de sus mayores debilidades.

No tiene un Proyecto de Desarrollo Institucional y necesitamos definir, por fin, si aspiramos que sea un Centro de Investigación Avanzada, una Clínica de alta complejidad, o nuevamente un bastión del Servicio Público; si no, sólo se transformará en un mal negocio más. Lo único que tenemos claro es que debe existir. La constante incertidumbre sobre la continuidad de La Chile en los hospitales emblemáticos nos refuerza la idea que necesitamos a este elefantito.

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